miércoles, 12 de septiembre de 2007

Los animales más afortunados: perros y gatos que reciben herencias multimillonarias

Dice Woody Allen que el dinero no da la felicidad pero que proporciona una sensación tan parecida que se necesita un especialista muy avezado para encontrar la diferencia. Si los personajes de los que vamos a hablar no tienen ese profesional a mano, podemos asegurar que un puñado de auténticos animales, es decir, perros, gatos o chimpacés, viven una envidiable existencia feliz gracias a las fortunas que manejan.

Trouble, el can millonario más famoso

Si se trata de perros de millonarios el primer nombre que viene a la cabeza es el de Trouble. Este neoyorquino ejemplar de bichón maltés ha saltado a las páginas de los periódicos de medio mundo tras heredar 12 millones de dólares de la multimillonaria Leona Hemsley, apodada la reina de la maldad no precisamente por su buen carácter, y que gestionaba, entre cadenas de hoteles y otros edificios, el Empire State Building.

Pero Trouble, que ha recibido más dinero que cualquiera de los nietos de Hemsley -dos de los cuatro fueron desheredados "por razones que ellos saben" según figura en el testamento-, no es ni el primero ni el más afortunado de los perros en cuestiones de abultadas herencias.

Gunther IV: los sospechosos 200 millones de euros

Hace unos años, la revista alemana Bild, que elaboró su propia lista de mascotas montadas en el dólar, destacaba en primer lugar la desahogada situación de Gunther IV, un pastor alemán que recibió su fortuna, estimada entre 140 millones y 200 millones de euros, no de un humano sino de su padre, Gunther III.

Aquí se acaba la saga de los Gunther millonarios, ya que su progenitor era rico gracias al legado de la condesa Karlotta Liebenstein, que dejó a su pastor alemán 92 millones de euros. Al menos esta es la historia oficial de Gunther IV, que muchos ponen en duda debido a la excentricidad de las personas que hay detrás de la Corporación Gunther, que administra el dinero del millonario can.

Hace años Gunther IV, o mejor dicho, su corporación, intentó comprar la suntuosa mansión de Sylvester Stallone en Miami, y las malas lenguas dijeron que no había podido pagar los 27,5 millones de dólares que exigía el actor por el inmueble. Entonces se pusieron en duda las finanzas de la sociedad, la saga de los pastores alemanes de nombres rimbombantes y hasta la existencia de la condesa de Liebenstein.

Lo cierto es que Gunther IV pudo recorrer poco después las ocho habitaciones y el amplio jardín de la casa comprada en esa misma localidad estadounidense a la cantante Madonna. El dinero de esta adquisición, 7,5 millones de dólares, fue pagado por los administradores de Gunther IV en efectivo.

Jasper: batalla legal por 100.000 euros

Otro chucho doblemente afortunado fue Jasper. Su vida cambió cuando en 1994 fue rescatado de un refugio para perros por Diana Myburgh, dueña de una cervecería. Tanto se encariñó la empresaria con su mascota que a su muerte le dejó unos 100.000 euros. Este perro fue el primero que se enzarzó en una batalla legal en Gran Bretaña. Jasper tuvo que pagar de su bolsillo perruno los honorarios legales que ocasionó el juicio en el que se decidió quién debía tener su guardia y custodia.

Se resolvió que su nuevo amo fuera sir Benjamin Slade, yerno de la difunta Myburgh, y éste aconsejó al perro que invirtiera su pequeña fortuna en acciones, lo que hizo que el saldo heredado subiera hasta 200.000 euros. Jasper hasta participó en un programa televisivo para ser declarado la mascota más mimada de Gran Bretaña: viajaba en limusina y su menú habitual consistía en un buen solomillo de buey, filetes de lenguado o mejillones recién traídos de Nueva Zelanda.

Tinker: los gatos también son ricos

Pero no sólo los perros son declarados herederos. Al gato Tinker, británico como Jasper y también de origen callejero, Margaret Layne le dejó una mansión valorada en 700.000 euros y un fondo de unos 145.000 euros. En su testamento especificó que el pequeño felino debía vivir en la casa heredada en compañía de otros dos gatos, tal vez para mitigar la falta de su dueña.

Sin salirnos de Gran Bretaña nos encontramos con el caso de Eileen, una gatita que en 1996 heredó de Beryl Reld una propiedad de 110.000 euros donde vivió con sus cinco retoños.

Otra mujer británica, Mary Burton, dejó 39.000 euros a su gato Fluffly, para que pudiera alimentarse diariamente con sardinas, roastbeef y leche. Aunque esto es sólo calderilla comparado con los 60 millones de euros que recibióKalu, un chimpancé surafricano hallado en un camino rural, y después criado y mimado por la condesa de Kenmoore, que lo tuvo muy en cuenta en su testamento.

Richelieu: casa para 14 gatos

¿Es una excentricidad moderna esto de que las mascotas tengan un sitio privilegiado en los testamentos? Pues no tanto. El cariño por una mascota o el amor desmedido no conoce de épocas. Uno de los testamentos más antiguos en que se tiene en cuenta a los animales pertenece nada más y nada menos que al cardenal Richelieu.

El que fuera uno de los hombres más poderosos de Francia en la primera mitad del siglo XVII compartía su casa con catorce gatos. Uno de ellos, Lucifer, recibió ese nombre por su pelaje negro y su caracter salvaje; Gazette tenía la costumbre de orinar sobre los invitados que le desagradaban, y Ludovic le Cruel tenía ese nombre por la forma de matar ratones.

En una ocasión, Richelieu recibió la visita del académico Racan. Al rato de estar allí sintió algunas molestias en su enorme peluca y descubrió que... ¡había dos gatitos en su interior! En vez de expulsar al antihigiénico visitante de su residencia, el cardenal insistió en adoptar a los cachorros. Como no podía ser de otra manera, los minimos recibieron el nombre de Racan y Perruque.

Pero la pasión de Richelieu por los gatos quedó aún más patente en su testamento. Les legó una casa y alimentos, además de asignarles una importante suma de dinero y dos cuidadores. El cardenal se quiso asegurar de que sus mascotas disfrutaran de una vida tranquila y millonaria.

Churchill: el amante de los felinos

No llegó a tanto Winston Churchill, que también adoraba a los gatos. A lo largo de su existencia convivió con Blackie, Margate, Bob, Nelson, Tango, Don Gato y Jock. Durante los ataques que Londres sufrió en la Segunda Guerra Mundial, una de las primeras preocupaciones del primer ministro británico era que su adorado Jock estuviera a salvo.

Por su parte, esta mascota no se separó de la cama de Churchill en sus últimas semanas de vida, con una sola excepción. Un día los doctores que visitaban al político apreciaron una mejoría en su estado. Jock, dotado de ese inexplicable sexto sentido animal, abandonó el lecho del enfermo, que falleció algunas horas después. Churchill no se olvidó de Jock en su testamento.

Keiko: superestrella de cine

Y hasta aquí los animales que han recibido de sus amos el premio del vil metal tras su muerte. Para ser justos, también hay que recordar a los animales que han ganado millones con su trabajo.

En Estados Unidos hay una larga tradición de actores bestiales, pero sólo mencionaremos a dos de los que han saltado a la fama en los últimos años. La orca Keiko fue la portagonista de la saga Liberad a Willy.

El éxito en taquilla le proporcionó unos ingresos de unos 25 millones de euros. ¿En qué se gastó el gigantesco animal marino semejante fortuna? Pues en nada. Decidieron que era una crueldad mantenerla en cautividad y fue soltada en alta mar para darle una oportunidad de que se volviera a adaptar a la siempre difícil vida salvaje. Así que, en el mejor de los casos, es ahora libre, pero pobre.

Moose: la pesadilla de Frasier

El que se labró una buena carrera profesional y también una considerable cuenta corriente fue Moose, el terrier Jack Russel que interpretaba el papel de Eddie en la serie televisiva Frasier. El perro, que escrutaba con mirada fija y penetrante al psiquiatra protagonista de la serie, era el actor que durante la primera temporada recibía más cartas de sus admiradores, lo que sacaba de quicio a Kelsey Grammer, que interpretó a Frasier durante las once temporadas de emisión de la serie.

Cuando contaba con más de diez años, Moose fue sustituido por Enzo, uno de sus hijos, tan dotado para el oficio televisivo como su padre. La mascota del padre de Frasier ganó unos 3,5 millones de dólares por su intervención en la serie y por el número de sus admiradores más de uno pensará que aún merecía un sueldo más alto.

Pancho: la versión española

En España también tenemos ejemplos de perros trabajadores. Uno de los más populares es Pancho. Se le ve en los anuncios haciendo todo tipo de tareas domésticas. Entre ellas la de llevar a sellar un boleto de la lotería primitiva. Le toca el sorteo y el dueño lamenta la desaparición de su perro y... de su boleto. La vida de fábula que vemos que disfruta después Pancho gracias al premio millonario es la existencia que se pueden permitir muchos de los animales que se han vuelto ricos por herencia.

Dice un proverbio árabe que al perro que tiene dinero se le llama señor perro. Con las herencias que han recibido todo tipo de bichos a lo largo del tiempo podemos añadir ese tratamiento a casi toda clase de animales.

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